
Si buscas milagros, mira
otra vez entre tus manos
y donde dirías que no hay nada,
encontrarás la soga que te anuda.
No ruego que otro haga mi trabajo.
Si pides perdón, quizá obtengas
una cuerda blanda y recogida
que espera verte débil para atarte
con la venganza segura bajo llave.
No imploro lo que nadie puede darme.
Si incubas esperanzas, frena
porque es el dolor el que te une
a tus cadenas invisibles
y desvía la ira hacia tu cuello.
No creo que el futuro será otro,
si no he cambiado algo en este instante.
Si quieres la paz, cuidado
no vaya a ser que enterrando el hacha,
lo que de verdad sepultes sea el último
hilo de luz que te guíe entre las sombras.
No confundo la paz con una tumba.
Como todo parásito,
el engaño brilla sin ser visto
y las palabras buenas anudan
las mentiras más perversas.
Paz, esperanza, perdón y milagros atan.
Huye, corta, rasga o suelta.
Una madeja enredada que doy vueltas.
Sin vivir, la vida vive rápida viviendo.