
Habla de espacio, no de vacío
porque caer al vacío encoge el cuerpo y lo atenaza.
El cuerpo por partes debe saber desde las mariposas de la médula
que hay sustento.
Hay tierra.
Hay tierra blanda que acoge.
Norte, Sur, Este y Oeste son direcciones para el viaje o para el vuelo,
pero en el centro de la rosa de los vientos hay una dirección olvidada:
la dirección tierra.
Respira desde el centro sin olvidar el Sur,
si has puesto el Sur en tu espalda.
Encuentra el espacio en el tiempo:
primavera, verano, otoño, invierno.
Entre cada estación hay dieciocho días que hacen que no se choquen y suman cinco.
Entre cada acción hay un espacio
toma aire en las costillas de arriba pensando en las branquias del pez.
Es aire que entra en las varias caracolas de la nariz y los brazos lo nadan.
Las estaciones son maestras y el otoño
enseña cómo soltar.
El árbol no trepida para lanzar la fuerza que usó en el verano
va soltando hoja a hoja,
oscilando, planeando y volando dirección tierra.
Por último, puedes tumbarte boca arriba o boca abajo
y también de canto.
Se llamaría tumbarse oreja abajo o algo así.
Es el modo de escuchar lo que dice la tierra
y el sol que vive en su interior.
(Es lo que aprendí de Daniela Troianovski con Arantza en Vive Khoa)