
Murió y subió al fondo
un torbellino de medusas voladoras
la arrastraba
y chocó con la arena brillante
donde las escamas de los peces
se confunden con las lágrimas.
En este inmenso final no hay naufragios
porque lo que fue, aquí ya no es nada.
Los navegantes que buscan estrellas
son inmortales en sus caminos.
Buscar aquí no es posible
porque las estrellas son escamas
de peces que nunca tuvieron nombre.
Trepó más al fondo nadando piedras.
Un pez dentro de otro pez
dentro de otro pez la miraba.
El fondo está lleno de restos:
monedas que no compran
cadenas que no atan
cofres que no guardan.
Debajo del fondo hay otro fondo
el del espejo que no devuelve nada.
El buceador pierde las bombonas
su luz se apaga
no volverá para contarlo.
Profundamente leve,
es una burbuja que explota
porque aquí nadie está preso
ni tiene origen.
Da igual si fue arma o tesoro
sólo los pulpos lo abrazan
y nadie escucha el relato de los viajes.
El fondo canta cascadas
que se tragan a sí mismas
porque sin tiempo no hay prisa.
En el fondo están las llaves
cuando no hay puertas
que puedan abrirse.
Y llegó una vuelta más del fondo:
el fondo del fondo.
Tomó aire y bajó muy alto
hasta llegar a una nueva superficie.