«19 Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. 20 Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?»
Evangelio de JUAN, Capítulo 2
Los sonidos llegan a nuestros labios nada más nacer, pronunciamos palabras a partir del año de vida. Aprendemos a escribir en los primeros cursos de alfabetización escolar y a medida que crecemos vamos elaborando un discurso. Es nuestra visión del mundo. Todo está en nuestra pequeña caja de verdades y convicciones.
Construir la verdadera identidad y personalidad requiere desmontar lo que nos enseñaron. Y para esa deconstrucción tenemos de nuevo las palabras. Todo discurso es un constructo que interpreta el mundo. En su deconstrucción se pueden separar miles de piezas. La pieza clave, el corazón del discurso es el Ego. No podemos matarlo, pero sí detectarlo para que se comprenda en su completa humanidad. Así nace el pequeño templo de nuestra verdad, cuando sabemos que no es la Verdad.