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Dicen que las becas privadas son cosas de mecenas, de los millonarios de las películas o de algunas entidades que, seguro, seguro, las organizan  para desgravar a Hacienda. Las becas son, al parecer, asuntos de señoronas adineradas que se aburren en una villa rodeada de setos y que dejan su dinero para que alguien estudie dando un poco igual quién sea ese quién con tal de que sea pobre. En el fondo, abstractos. Una especie de maná con el que una persona corriente no tiene nada que ver.

Se supone que los padres y las madres son las entidades que becan de oficio los estudios de sus hijos y que, a falta de recursos, llegará el Estado o una de esas entidades benéficas para que nivelen lo que haya que nivelar. Y, si no llega, pues no hay beca y no hay estudios y ya. Tampoco pasa nada. Estudiar no garantiza un futuro mejor. Mucha gente que puede no quiere. Muchos títulos duermen en cajones sin ser rentabilizados jamás. Sin embargo, que alguien afirme que estudiar no es rentable solo sustenta un discurso involutivo. Reafirma un modo de mantener las distancias y de volver a generar dos mundos. Ricos, pobres. Cultos, incultos. Élite, masa.

El mundo se divide en fácil y difícil. El mundo se divide en dinero y no dinero. Estudiar es difícil. Estudiar cuesta dinero. Por tanto, estudiar no responde a la lógica de lo aparente.

Y, a pesar de la devaluación de los estudios, todavía hay quien pide una beca. A pesar de que no haya ninguna razón para ello, cualquier persona que haya estudiado podría querer ofrecer una micro-beca.

Nuestro alumnado está infoxicado de temas como los derechos de las mujeres, el bullying, la ecología, la paz, la solidaridad… En clase siempre responden lo políticamente correcto porque es lo esperable y el mejor modo de pasar al siguiente tema. Todos nos quedamos tranquilos. Está en el currículo, en la programación, los orientadores de turno aleccionan a los tutores, el alumnado participa y, por último, se añade a la memoria de curso. Al día siguiente, todos podemos seguir haciendo lo de siempre. Demasiado ruido.

Sin embargo, es en el silencio donde suceden las cosas más graves. En los pasillos de nuestros centros, dentro de nuestras aulas, en los hogares de cada alumno a veces se vive lo insoportable y por mucho que se toquen en el aula determinados temas, resulta difícil que salgan a la luz porque el miedo, la desesperanza y la probable ineficacia son motivos de peso.

Es en el silencio también donde suceden los pequeños milagros. Sí, cualquier persona que haya estudiado puede dar una beca, yo he podido ver cómo algunos profesores dan ese paso adelante, más allá de lo que compete a su labor profesional, más allá de su horario, de su materia o de su sueldo. Así a veces se salvan vidas y se consigue que alguien pueda seguir adelante con sus estudios y lograr un futuro mejor.

Hautatzen ha dado su primera micro-beca de urgencia. Hoy rompo la magia del silencio en el que solo es posible que sucedan estas cosas para agradecer y visibilizar a los profesores que se atreven a romper esa barrera. El Bien existe. Tu blog, tu red social, en definitiva, tú puedes desafiar los límites y conceder tu micro-beca.

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