Arrastré mi cuerpo
como doña Teresa Domínguez de la Era
ha arrastrado durante medio siglo
su carrito por el mercado de abastos.
Delante de cada puesto en jarras
con el brazo extendido y solamente
la mano sobre el asa.
Me crucé con otros carros
y nunca supe el nombre de sus dueños
de cuadros o grises siempre llenos
de asuntos y de manchas y de peces y sus precios